Historia tibetana

Parte 1: Historia temprana
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Se cree que los primeros habitantes humanos del Tíbet aparecieron unos 10.000 años antes de Cristo, pero al ser casi en su totalidad nómadas, no es hasta 300 años antes de Cristo (unos 200 años después de Buda) que empiezan a tener una presencia notable dentro de las culturas asiáticas. Es entonces cuando aparece el rey Nyakhri Tsampo, que instaura una monarquía militar, conocida como la Dinastía de los Treinta Reyes.

Treinta reyes después de Nyakhri Tsampo, ya en el siglo siete, llega al poder Songtsen Gampo, con quien Tíbet llega a tener 40 millones de habitantes y ocupando parte del territorio chino hasta llegar a Xian en el año 763.

Padmasambhava

Se casó con dos princesas, una china y otra india, ambas budistas, por lo que conoció el budismo Mahayana, y gracias a su inspiración decidió convertir el Tíbet feudal en una nación más pacífica y armoniosa, enviando estudiantes a la India para que aprendieran sánscrito y tradujesen al tibetano la inmensa cantidad de enseñanzas budistas. A finales del siglo octavo se invitó a Tíbet al gran maestro budista Padmasambhava, al que llamaron Guru Rinpoché (el precioso gurú). Desde este momento, Tíbet se convirtió definitivamente en una nación profundamente budista. Fue Guru Rinpoché, junto con el rey y el monje indio Shantarakshita, quien construyó el primer monasterio, Samye, entre otros muchos. Lhasa se convertía en capital.

En el año 821 Tíbet firma un tratado de paz con China, pero la situación es muy tensa y el budismo, que vive un momento de profunda degradación, es perseguido durante años y el rey Yeshe Ö es capturado, obligado a renunciar al budismo bajo amenaza de muerte. Su sobrino y heredero, Jangchub Ö, consigue entrevistarse con él y el rey, ya muy anciano, le convence para que le deje morir y se esfuerce por lograr su gran sueño: Invitar al gran sabio indio Atisha, para que visite Tíbet y las enseñanzas de Buda vuelvan a florecer.

Tras grandes dificultades, finalmente Atisha vive en Tíbet entre 1042 y 1055, enseñando de forma precisa la sabiduría de Buda en su totalidad y significando una auténtica revolución espiritual para todo el país. Tanto, que se construyen muchos más monasterios, se terminan de traducir al tibetano todas las enseñanzas budistas al completo y empiezan a proliferar, gracias a los sabios maestros Kadampas que escucharon atentamente a Atisha, enseñanzas de nuevos maestros y comentarios de enseñanzas clásicas. Así es cómo la confianza de los tibetanos, y por tanto su gobierno, recae ahora más en los monasterios que en los gobernantes militares de las familias nobles.

Cinco siglos después, hacia el año 1500, es habitual que exista al menos un monje budista por cada familia, y apenas hay militares. El gran maestro Je Tsongkhapa, fundador de la tradición Gelugpa, con la ayuda de su fiel discípulo Gendun Drup, dinamiza aun más el budismo, componiendo importantes nuevos textos y construyendo más monasterios. El budismo ya no es una simple opción religiosa para los tibetanos: Es su forma misma de vida. La cultura tibetana es ya totalmente inseparable de la religión de los lamas (maestros).

Tras la muerte de Gendun Drup, por medio de una metodología muy cuidadosa, es localizada su reencarnación en Gendun Gyatso. Cuando éste fallece, su reencarnación recae en Sönam Gyatso. En 1573, Sönam Gyatso visita Mongola, y el emperador Alta Khan le otorga el título de Dalai, que en mongol significa océano. Siendo la tercera reencarnación de Gedun Drupa, Sönam Gyatso es desde entonces reconocido oficialmente como el 3er Dalai Lama (maestro tan grande como el océano). Desde entonces, el pueblo mongol ofrecería su protección y apoyo al pueblo tibetano, y el gobierno de Tíbet, al considerarse que Sönam Gyatso es una manifestación de Chenrezig -el buda de la compasión- pasaría a ser liderado por el Dalai Lama.

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Dos generaciones después, ya en el siglo XVII, el quinto Dalai Lama, Lobsang Gyatso, es proclamado rey del Tíbet y funda el palacio de Potala. Hace que en todo el país no haya ni un solo militar, y consigue que Shun Chih, el emperador manchú, garantice la independencia total del Tíbet. Hasta la actualidad, el hecho de que el 5º Dalai Lama consiga que los mongoles se vuelvan un pueblo pacífico y desmilitarizado es considerado una de las transformaciones más profundas de la historia.


Parte 2: Historia reciente
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Tras siglos de aislamiento del resto del mundo por temor a que su perfecta armonía fuese amenazada por potencias extranjeras, el Decimotercer Dalai Lama, Thubten Gyatso, decide a principios del siglo XX que Tíbet debe convertirse en un país más moderno. Sin embargo, los militares británicos, que se establecen dentro de su territorio y se niegan a replegarse tras la frontera con India, le obligan a aceptar un tratado comercial con la India según el cual el único que sale beneficiado es Inglaterra. Durante el conflicto, unos 700 tibetanos resultan muertos en enfrentamientos con militares británicos.

En 1906, Inglaterra y China firman un tratado según el cual el Imperio Chino se adjudica la soberanía de Tíbet a cambio de una importante cantidad de dinero británico. Dicho de otra manera, Inglaterra se toma la libertad de venderle Tíbet a China, y firma con Rusia un acuerdo de no injerencia sobre asuntos tibetanos; es decir, pase lo que pase en Tíbet, Inglaterra y Rusia mirarán hacia otro lado. El Dalai Lama decide refugiarse junto a oficiales del gobierno en Mongolia.

Su Santidad el XIII Dalai Lama

Aprovechando el acuerdo anglo-ruso, China invade Tíbet en febrero de 1910. Sin embargo, dos años después el último emperador de la dinastía Qing abandona el poder tras la Revolución Xinhai, y el Imperio Chino pasa a ser la República de China. La confusión es aprovechada por los tibetanos para enfrentarse a las tropas chinas establecidas en Lhasa. El presidente Yuan Shi-kai decide devolver al Dalai Lama su rango como jefe de gobierno de Tíbet, aunque recordando que el país sigue bajo dominio chino.

Un año después el Dalai Lama proclama que Tíbet es independiente, y siguiendo adelante con sus planes de modernizar el país, aparecen las primeras monedas y billetes, mientras se confirma un acuerdo de apoyo y reconocimiento mutuo con Mongolia, también amenazada por China. Sin embargo, rusos y británicos dudan de la validez de este acuerdo ya que el representante del Dalai Lama en Mongolia tiene nacionalidad rusa. Durante las negociaciones que tienen lugar entre Gran Bretaña, Rusia, Tíbet, China, Mongolia y la India para poner orden en cuanto a sus fronteras y dominios, China se empeña en asegurar que la totalidad de Tíbet le pertenece desde 1720 -cuando ocupó temporalmente Lhasa-. Por su parte, Tíbet reclama su soberanía basándose en el tratado 822. Finalmente, Gran Bretaña propone un tratado según el cual Tíbet sea de dominio chino, pero gobernado por tibetanos bajo la dirección del Dalai Lama, y que no podrá haber más de trescientos soldados chinos en ciertas áreas. En abril de 1914 los tibetanos aceptan, pero China se niega a firmar el nuevo tratado. Lo único que se decide en la conferencia es que la frontera indo-tibetana entre Bután y Birmania será llamada «la linea de McMahon», pero al ser territorio tibetano, China no se pone de acuerdo con India sobre dónde está realmente esa frontera. Esta disputa continúa en la actualidad.

Las primeras décadas del siglo XX están marcadas por la tensión y las incursiones militares, con una China frustrada tras perder sus territorios en Manchuria, Mongolia y otras áreas, que se niega una y otra vez a aceptar cualquier tratado que suponga reconocer la independencia de Tíbet.

En diciembre de 1933 fallece el Dalai Lama y algunos oficiales laicos sugieren crear una cámara de regentes formada tanto por laicos como por monjes. Los religiosos están recelosos, no por deseos de poder, sino por la sospecha de que anteriores regentes hubiesen estado relacionados con la muerte prematura de otros Dalai Lamas. Los abades de los principales monasterios consiguen que el nuevo regente sea Reting Rinpoché, un lama, pero debido a su juventud -tan sólo tiene 24 años- y la ausencia del Dalai Lama, otros altos gobernantes se aprovechan de la situación haciéndose con buena parte de la dirección del país.

En 1939 es localizada la reencarnación del Dalai Lama en la región de Amdo, bajo control chino, por lo que se autoriza su traslado a Lhasa para ser entronizado a cambio de 400.000 dólares y dos años de negociación. Gran Bretaña vuelve a afirmar que el Tíbet posee un autogobierno válido, y le vende armas a su pobre ejército. Sin embargo, al convertirse la India en un país independiente en 1943 y retirarse los británicos, no habría garantías de que China respete la integridad tibetana, especialmente ante el temor de que el Partido Comunista gane la guerra civil que sufre el país.

El monasterio de Jokang, completamente destrozado tras el paso de tropas chinas.

Finalmente, en 1949 el Ejército Comunista de Liberación Popular toma Pekín, alzándose Mao como nuevo presidente. En octubre de 1950, cuarenta mil tropas chinas invaden Tíbet sin previo aviso, sin que China sea provocada en ningún momento, y negándose a aceptar cualquier argumento que apoye la soberanía de los tibetanos.

Apenas un mes después, Radio Beijing, perteneciente al nuevo gobierno, anuncia que el Panchen Lama, segunda autoridad espiritual y que por aquel entonces apenas tiene 12 años de edad, ha pedido a Mao que «libere el Tíbet», algo por completo falso. Desesperados, los tibetanos reclaman ayuda a India y Gran Bretaña. En este momento, India es un país muy joven, apenas independizado tras los esfuerzos de Gandhi, y no se puede permitir entrar en conflicto con China. Por su parte, Gran Bretaña se encuentra muy debilitada tras la Segunda Guerra Mundial.

Su Santidad se encuentra en una situación de gran tensión cuando es invitado a Pekín para dialogar con Mao sobre la «liberación» de Tíbet. Los tibetanos se preocupan, asegurando que no quieren ser «liberados» y sugiriendo que el encuentro tenga lugar en un lugar más neutral, como Hong Kong -todavía bajo dominio británico-, pero las autoridades no reconocen los pasaportes tibetanos.

Finalmente, el 7 de octubre el Ejército de Liberación cruza el río Yangsé e invade por la fuerza bruta toda la meseta central del país con intención de «liberar Tíbet del imperialismo extranjero». Curiosamente, en ese momento se sabe que únicamente hay siete europeos en todo el país. India condena el ataque, acusando a China de faltar a su promesa de resolver el conflicto de forma pacífica. China responde con lo que se convertirá en uno de sus argumentos favoritos durante las próximas décadas: Es un asunto nacional y nadie debe inmiscuirse. Ante la noticia de la invasión, se decide in extremis que el Dalai Lama se convierta en el máximo regente del Tíbet a los quince años de edad, tres antes de lo previsto.

De izquierda a derecha, el Panchen Lama, Mao Zedong, el Dalai Lama.

Tras la entrevista del joven Dalai Lama con Mao, se firma el «Acuerdo de 17 Puntos», en el que se establecen las normas para lograr el equilibrio de un Tíbet autónomo dentro de los dominios de China. A pesar de que hay puntos en los que los tibetanos no están de acuerdo, como que Tíbet haya pertenecido históricamente a China, deciden firmarlo. Sin embargo, poco después el gobierno tibetano decide rechazarlo al comprobar cómo el ejército de liberación no se está retirando de sus posiciones en Tíbet, como había prometido Mao, y que la violencia campa a sus anchas. El Acuerdo también asegura que el modo de gobierno del Kashag (el gabinete tibetano) no sufrirá alteración alguna, pero todo lo que encuentran son disputas con los militares invasores, la destrucción de sus monasterios, abusos de autoridad, violencia…

El 10 de marzo de 1959, ante el temor de que los chinos secuestren al Dalai Lama, 300.000 personas rodean el palacio de Norbulinka, produciéndose altercados. Dos días después, cinco mil mujeres marchan por las calles de Lhasa reclamando libertad para Tíbet, y se levantan barricadas mientras el ejército montaba ametralladoras en las azoteas. En este momento se estima entre 30.000 y 50.000 el número de soldados chinos en la capital. A las afueras de la ciudad se encuentra la artillería pesada.

El 19 de marzo el ejército empieza a bombardear Norbulinka, provocando que los tibetanos lleven las protestas a su máxima expresión. Dos días después, China deja caer 800 bombas sobre el palacio, masacrando a miles de mujeres, hombres y niños. También son bombardeados los tres principales monasterios: Drepung, Gaden y Sera, destrozando grandes tesoros budistas, una riqueza cultural y espiritual de valor incalculable. En menos de una semana, únicamente en la región central del Tíbet mueren 86.000 personas a manos de las fuerzas armadas chinas.

Dos días antes del bombardeo sobre Norbulinka, tras consultarlo con su oráculo personal, el Dalai Lama decide organizar su huída inmediata. Disfrazado de soldado y acompañado de su equipo de gobierno, abandona el palacio camino del exilio en la India, donde llega dos semanas después, el 31 de marzo de 1959.

En la pequeña localidad de Dharamsala se establece, con ayuda del gobierno indio, la residencia de Su Santidad y la sede del gobierno en el exilio. Junto a él, cientos de miles de tibetanos huyen despavoridos del acoso chino, estableciéndose en campos de refugiados o sobreviviendo a su suerte. Muchos de ellos mueren, incapaces de adaptarse a un clima tan diferente, o por simple incapacidad para sobrevivir a la pobreza. Los grandes monasterios de Drepung, Sera y Gaden se trasladan a distintos puntos de la India.

Hasta la actualidad, con inmensas dificultades, los tibetanos siguen escapando de su propio país atravesando los Himalayas. Su Santidad el Dalai Lama dedica varias horas al día a recibir personalmente a la gran mayoría de los que consiguen llegar a Dharamsala.

El 10 de marzo de 2008, cuando se celebraban 49 años desde la invasión china sobre Tíbet, los ojos del mundo miraron hacia China con motivo de los Juegos Olímpicos de Pekín. Los tibetanos alzaron de nuevo su voz y «el gigante rojo» aplacó las protestas con una violencia que no se había visto desde que el Dalai Lama tuvo que escapar al exilio. Desde entonces, los arrestos arbitrarios, las torturas físicas y mentales, la discriminación, los insultos, los abusos, internet censurado, teléfonos intervenidos, las prohibiciones, los trabajos forzados, los juicios sin garantías… son el día a día de los tibetanos que viven en su propio país. Dentro y fuera del país, un gran número de personas llegaron al extremo de prenderse fuego en lugares públicos de forma voluntaria para intentar llamar la atención de la comunidad internacional, algo que siempre horrorizó al Dalai Lama, quien rogó una y otra vez que dejasen de hacerlo, a pesar de que China insistía en que era él quien promovía las inmolaciones.

A mediados de 2011, Su Santidad, no sin reticencias por parte del Parlamento Tibetano en el Exilio, decide llevar a cabo lo que desde hacía tiempo veía totalmente necesario: Apartarse de la vida política para convertir el gobierno del Tíbet en una institución 100% democrática, permitiendo que sea el Kalon Tripa (Primer Ministro) la primera autoridad de facto. Antes de este momento, Su Santidad ya llevaba tiempo esforzándose en introducir cambios democráticos a la vez que renunciaba paulatinamente a cada vez más responsabilidades políticas, como cuando en 2001 el nombramiento del Kalon Tripa pasó de ser decisión suya a elegirse mediante elecciones abiertas. En 2012, el Kashag anunció que el cargo de Primer Ministro cambiaba su nombre de «Kalon Tripa» a «Sikyong» para que no tuviese connotaciones religiosas.

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En 2011 fue elegido como máximo responsable del gobierno tibetano Lobsang Sangay. Nacido en 1968 en una comunidad de refugiados tibetanos en Darjeeling (India), estudia primero en la Universidad de Delhi licenciándose con honores en Derecho. En 1995 consigue una beca Fulbright que le permite hacer un máster. En 2003 llega a organizar cinco conferencias entre expertos chinos y tibetanos, incluyendo un encuentro en Harvard entre el Dalai Lama y profesores chinos. Uno año después se convierte en el primer tibetano en conseguir el Doctorado en Ciencias Jurídicas y gana un premio a la excelencia por su presentación «Democracia angustiada: ¿Es el exilio una solución? Caso de estudio del gobierno tibetano en el exilio». En 2006 es mencionado como uno de los líderes jóvenes más destacados de Asia, y pasa cinco años como miembro destacado del Programa de Estudios Legales para Extremo Oriente en la Facultad de Derecho de Harvard. Está especializado en legislación tibetana y aspectos jurídicos de los Derechos Humanos.


Parte 3: Situación previa a la Declaración de Independencia de 1913
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El siguiente ensayo fue redactado en enero de 2013 por Jamyang Norbu. A su vez, está basado en «Los Orígenes del Nacionalismo Tibetano Moderno. Algunas Especulaciones», un documento presentado en el 12º Seminario de la Asociación Internacional de Estudios Tibetanos (Vancouver, Canadá, 2010). Traducido por Carlos J. de Pedro para ¡Libertad Para Tíbet! en febrero de 2013, con motivo del Centenario de la Declaración de Independencia de Su Santidad el 13er Dalai Lama.

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Antiguo mapa británico en el que aparece Tíbet ocupando todo el área central de Asia.

La segunda mitad del siglo 19 fue testigo de un despertar de los nacionalismos entre las naciones asiáticas, inspiradas en parte por Meiji Ishin, el dramático y revolucionario movimiento social que significó la modernización de un Japón hasta entonces feudal y xenófobo. A Japón siguió la China imperial, tal vez con menos éxito, con su Movimiento de Auto-Fortalecimiento (1861-1895), un programa de reformas institucionales impulsada por la Dinastía Qing tras una serie de derrotas militares y concesiones a fuerzas extranjeras. Hacia la misma época, la India vivió un profundo despertar social e intelectual entre sus sectores más educados. Conocida como el «Renacimiento de Bengala», este movimiento es visto como el precursor de la lucha por la independencia de la India y, por extensión, su exitoso desarrollo económico en la actualidad.

El primer encuentro del Tíbet con la potencia colonial británica, por aquel entonces representada por la Compañía de Indias Orientales, tuvo lugar ya un siglo atrás, pero fue en esta segunda mitad del siglo 19 cuando la anexión de Darjeeling al Imperio Británico y su ocupación gradual de Sikkim que empezó a manifestarse un sentimiento incluso agresivo de nacionalismo tibetano en respuesta a los avances coloniales británicos y las maquinaciones del Imperio Chino.

Un acuerdo diplomático de poca importancia evolucionó hasta generarse estos eventos y acabar por producirse el primer conflicto militar entre Tíbet y Gran Bretaña. En 1876, ambos países firmaron en la Convención de Chefú un artículo que permitía que los británicos enviasen una misión de exploración al Tíbet. Cabe destacar que China se refiere a esta Convención como uno de los «tratados injustos», supuestamente impuestos por Occidente.

Durante los años siguientes a la firma del acuerdo, los británicos se prepararon para establecer el comercio con Tíbet. En 1879 se finalizó la construcción de un camino para carruajes hacia Jelep La Pass cruzando el valle Chumbi, haciendo que fuese fácil llegar a la frontera tibetana desde Darjeeling (India). En 1881 se inauguró una línea de ferrocarril entre Darjeeling y Siliguri.

Pero dado que Tíbet no había sido consultado, el Parlamento Tibetano (Tsongdu) de la Asamblea Nacional rechazó permitir que la misión británica entrase en el país. Según el investigador contemporáneo Alastair Lamb, «los chinos decidieron reprimir a los tibetanos por su oposición a una misión que el Emperador había autorizado; como gesto de desafío, los tibetanos finalmente decidieron cerrar los pasos de Chumbi a Sikkim, y reforzaron la vigilancia en Lingtu».

Imagen de una de las reuniones entre China y Gran Bretaña en Darjeeling.

En este acto de desafío hacia Gran Bretaña y China, Tíbet construyó un fuerte en Lingtu (también «Lungthur», tierra en pendiente) trece millas hacia el interior de lo que los británicos consideraban Sikkim. Para demostrar su decisión, Tíbet hizo llegar novecientos soldados al destacamento. Según L. A. Waddell, los tibetanos realmente invadieron Sikkim «y avanzaron hasta sesenta millas de Darjeeling, causando el pánico en aquel asentamiento europeo». Los británicos enviaron dos mil soldados y artillería bajo la dirección del Brigadier Graham para expulsar a los tibetanos. Los bombardeos y las cargas de infantería finalmente consiguieron que los tibetanos se echasen atrás. Según Lamb, «a pesar de su primitivo equipamiento, los tibetanos no cejaron a la hora de mostrar su poderío: En mayo siguiente, intentaron atacar por sorpresa el campamento británico de Gnatong (prado negro), y casi consiguieron capturar al Teniente-Gobernador de Bengala, que estaba de visita en la frontera; fueron repelidos con graves pérdidas». Waddell también menciona que los tibetanos lucharon con fiereza y mostraron «gran valor y determinación». Waddell reconoce que otra causa para la «invasión» tibetana pudo haber sido la anexión británica de Sikkim, que los tibetanos siempre habían considerado como parte de su territorio. Tras la retirada en Lungthur, los tibetanos se negaron radicalmente a reconocer tanto el derecho británico de enviar misiones al Tíbet como el permiso concedido por China para realizar dichas expediciones.

La inflexibilidad tibetana hizo que los británicos llegasen a la conclusión de que tal vez lo más inteligente sería sacrificar sus intenciones de entrar en Tíbet, ya que, sin desafiar la intención china de dominar el país, se aseguraba además de reconocer el papel de China en Birmania (algo que se formalizó en la Convención Birmano-Tibetana de 1886). Con anterioridad, China se había referido a Birmania como estado asociado suyo, pero a lo largo de varias guerras, los británicos se habían hecho con el poder de todo el país en 1885. El reconocimiento formal de China de la presencia británica en Birmania hizo que a su vez el Imperio Británico reconociese formalmente la soberanía china del Tíbet, a pesar de que los propios tibetanos no tenían ni voz ni voto en estos procesos.

Una publicación del gobierno de Birmania, el Sikhim Gazetter, ofrece un claro retrato de la visión oficial británica en aquella época, al publicar: «Quién podría negar que sería una completa locura rechazar a China como posible aliado a la hora de forzar nuestra entrada en Tíbet en interés de la curiosidad científica, dudosamente avalada por la especulación mercantil». Alastair Lamb añade: «Era en esta forma de pensar que el gobierno de la India esperaba establecer relaciones entre la India Británica y China sin hacer referencia alguna a los tibetanos».

Paljor Shatra

Los tibetanos fueron ignorados a lo largo de todas las convenciones y negociaciones que tuvieron lugar en aquellos años entre británicos y chinos en relación a Sikkim y al propio Tíbet. En 1893, cuando se celebraban en Darjeeling las negociaciones sobre la Regulación de Comercio (que se anexarían a la convención Sikkim-Tibet), el gabinete tibetano hizo llegar al veterano oficial Paljor Dorje Shatra para supervisar el procedimiento. La presencia de Shatra parece que no gustó a los británicos, y -según Lamb- incluso fue insultado. Lo que se conoce de aquel incidente es que un grupo de oficiales británicos le bajaron a rastras de su caballo y le arrojaron a una fuente pública en la Plaza Chowrasta. Otro historiador mantiene que el protagonista del desagradable incidente no fue Shatra, sino su sirviente. Varios expertos aseguran que todo fue una desafortunada broma de mal gusto por parte de algunos soldados demasiado animados.

En la mayoría de los estudios, el desafío tibetano contra Gran Bretaña y China ha sido menospreciado, achacándolo a supersticiones y la ignorancia de los tibetanos que, agitados por monjes fanáticos, tenían miedo de que los británicos destruyesen su religión. Lo que no se ha tenido en cuenta seriamente es que esta resistencia tal vez surgió, simple y llanamente, de un sentimiento nacionalista o patriótico tibetano.

Por tanto, tal vez merezca la pena recordar las negociaciones mantenidas entre dos oficiales británicos, Nolan y Claude White, con el oficial y monje tibetano Tenzin Wangpo en Yatung en noviembre de 1895, después de saberse que las fuerzas tibetanas habían derribado y destruido un gran número de señalizaciones fronterizas británicas en la frontera de Sikkim, y establecido un destacamento armado en Giaogong, que según los británicos pertenecía al territorio de Sikkim. Según Alastair Lamb, «Nolan concluyó de sus charlas con Tenzin Wangpo que el destacamento tibetano en Giaogong simbolizaba el espíritu del nacionalismo tibetano, fortalecido enormemente con la mayoría de edad del 13er Dalai Lama. Los tibetanos, según dijo Tenzin Wangpo, no se sentían obligados por un tratado que había sido negociado en su nombre por británicos y chinos, y no discutirían por la frontera tal y como se establecía en dicho tratado. Sí deseaban, sin embargo, discutir sobre la frontera en relación con los mapas tibetanos; pero Tenzin Wangpo hacía hincapié en que «el Tíbet no renunciaría a sus tierras simplemente porque se hubiese dicho en una convención»».

Que los tibetanos tenían sus propios mapas de la frontera era un hecho bien sabido por los británicos. H. H. Risely menciona «un mapa realmente destacable» propiedad de un «General y Secretario de Estado tibetano». En dicho mapa se podía ver «el área comprendida entre Phari y Darjeeling» y señala que «como manifiesto político, el mapa es de peculiar interés incluso en la actualidad; le anima a uno a preguntarse si nuestros bárbaros vecinos tal vez debieron mostrarse dispuestos a adoptar el armamento que es la diplomacia moderna».

Otro mapa tibetano, en esta ocasión mostrando todo Sikkim, según Phillmore, «parece haber sido elaborado por el Ejército Tibetano para la guerra entre Tíbet y Sikkim de 1887; un mapa muy notable pictóricamente, en un azul brillante y sin sospechas de influencia occidental. Nuestros propios mapas [británicos] de aquella época tenían muy escaso detalle, y no hay palabras para describir hasta qué extremo se beneficiaron con la adquisición de aquel mapa». Probablemente se traten de dos mapas diferentes, a que Risely menciona que aquel mapa era amarillo y rojo. Wadell también menciona un tercer mapa, «un curioso mapa de Sikhim y Darjeeling también salió a relucir, y una litografía de él se encuentra expuesto en la Oficina del Censo de Calcuta».

Su Santidad el 13er Dalai Lama

Waddell, que vivió en Darjeeling durante aquel período, mantuvo varias conversaciones con el ministro tibetano Shatra Shape. Probablemente fue de él de quien conoció el nuevo espíritu nacionalista que había aparecido en Tíbet por el resentimiento de la gente por la confabulación del regente Demo con los ambans, representantes del emperador chino en Lhasa. Los patriotas oficiales creían que ambas partes estaban organizando planes contra un joven Decimotercer Dalai Lama, y temían que pudiese tener el mismo destino que los últimos cuatro Dalai Lamas, que murieron siendo jóvenes, en circunstancias misteriosas, y siempre a favor de los ambans chinos y los regentes, máximas autoridades políticas tibetanas. Waddel concluyó que:

«Se ha permitido al actual [13er] Dalai Lama ser una excepción a esta norma por medio de la influencia del Partido Nacional que ha surgido en Tíbet y que se ha rebelado contra una excesiva interferencia de los chinos en el gobierno de su país. Este Partido Nacional ha salvado al joven Dalai del trágico destino de sus predecesores y le han rescatado a él y al gobierno de las ataduras chinas en un dramático golpe de estado».

Waddell se sintió impresionado por Shatra y sintió que no reconociendo su gran autoridad y excluyéndole de las negociaciones oficiales, los británicos perdieron «una excelente oportunidad» de ganarse la confianza del pueblo tibetano. Waddell encontró en Shatra «un caballero de lo más refinado y bien informado, así como bien dispuesto hacia los británicos». Shatra le dijo a Waddell que había perdido el tiempo en Darjeeling, pero que le gustaría llevar de vuelta a Lhasa un resumen de los códigos criminales, policiales y civiles británicos, que le habían causado una gran impresión. Deseaba reformar el sistema legal tibetano -que en gran medida había sido impuesto por los manchús- que permitía a los chinos torturar a los sospechosos hasta que confesasen sus crímenes, algo que el joven ministro encontraba indeseable.

Debe tenerse en cuenta que el desafío tibetano a británicos y chinos se mantuvo durante casi treinta años. De hecho, hasta que en 1904 se firmó la Convención de Lhasa, la actitud nacionalista más agresiva contra las políticas británicas no varió ni un ápice.

La artillería británica, disparando contra soldados tibetanos.

Las fuerzas invasoras británicas, con sus rifles de repetición, ametralladoras pesadas y -según los tibetanos- una descarada traición, masacraron a siete mil tibetanos en Chumi Shengo, en el transcurso de apenas dos horas. «A pesar de este amargo ataque, las fuerzas tibetanas retrocedieron bien organizados, evitando dar la espalda o correr y conteniendo a la caballería que les amenazaba a punta de bayoneta», escribió Waddell. Dos mil tibetanos más murieron por su «madre patria» (phayul) en consecuentes batallas en Samada, Gangmar, Neyning, Zamdang, y muy especialmente en Gyangtse, donde de hecho los tibetanos asediaron a las fuerzas británicas durante un tiempo antes de que el conflicto se diese por finalizado y los europeos marchasen hacia Lhasa para forzar un tratado con el gobierno en agosto de 1904.

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Delegación británica en Lhasa. 1904.

Los tibetanos tienen motivos para considerar los eventos ocurridos entre 1876 y 1904 como el primer capítulo de su historia moderna. La mayoría de los estudios sobre esta época, de los que se ha escrito largo y tendido por parte de estudiosos u oficiales británicos, tienden a menospreciar la resistencia y el sentir patriótico de los nativos, y los achaca al fanatismo religioso.

Nunca se ha elaborado un estudio de los orígenes del nacionalismo tibetano moderno o de la identidad nacional tibetana surgida de este período histórico, ni un repaso a los factores que pudieron haberlo causado ni haberlo influenciado. Ya ha pasado mucho tiempo desde entonces, por lo que ofrezco algunas especulaciones mías sobre los orígenes de estos desarrollos en los comienzos de la historia tibetana moderna.

Es probable que el 13er Dalai Lama y sus oficiales se viesen inspirados por el espíritu de la modernización, la reforma social y el nacionalismo que se vivía en Asia hacia finales del siglo 19, como mencioné al principio. Sabemos que el joven Decimotercer Dalai Lama estaba interesado, cuando no fascinado por el movimiento Meiji japonés. Considerando sus propios problemas con la corte manchú, la aplastante derrota china durante la primera guerra sinojaponesa de 1894 debió de haber llamado su atención. Hizo llegar al notable erudito Geshe Tsawa Tritul y otros dos tibetanos a estudiar a Japón, y mucho antes ya envió a cuatro jóvenes tibetanos a estudiar a Rugby (Inglaterra). Cuando Su Santidad estuvo en Pekín en 1908 se organizó una visita a Japón, pero el plan tuvo que cancelarse a última hora al conocerse la muerte del emperador manchú. Bell también menciona cómo Su Santidad se sintió muy impresionado por la derrota japonesa sobre China en 1894, y también cómo envió a su comandante en jefe, Tsarong, a Japón. Bell menciona que en sus encuentros con el Dalai Lama, «sus pensamientos a menudo versan sobre Japón. Me pregunta continuamente sobre nuevas relaciones entre China y Japón».

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Sir Charles Bell, Sidkeong Tulku Namgyal (regente de Sikkim) y el Decimotercer Dalai Lama.

Cuando Sir Charles Bell escribió que era «el primer europeo en visitar Lhasa por invitación del propio pueblo [tibetano]» tal vez no sabía que el Dalai Lama ya había invitado antes a dos japoneses, Tada Togan y Aoki Bunkyo, quienes visitaron y se quedaron en Lhasa. Tada, un maestro religioso, estudió en Lhasa durante diez años, mientras que Aoki tradujo manuales militares y libros de texto japoneses que obtenía de Fujitani, quien se los hacía llegar desde Calcuta. De hecho, se convirtió en «asesor principal de asuntos exteriores» para Su Santidad, proporcionándole un boletín de noticias resumidas de la prensa japonesa y británica. Otro japonés, un veterano de la guerra ruso-japonesa e instructor de una escuela militar en Tokyo, Yasujiro Yajima, fue puesto a cargo del entrenamiento de la mayor unidad del nuevo Ejército Tibetano. Todo esto ocurrió antes de que se introdujese el sistema británico. A la muerte del emperador Meiji el 30 de julio de 1912, el Dalai Lama envió un mensaje de condolencias a Japón. Según un prominente escritor experto en relaciones tibetano-japonesas, «Él [el Dalai Lama] ha admirado la labor del emperador como líder de una nación asiática budista independiente».

Pero detrás del joven y -por así decirlo- nacionalista Dalai Lama había un número de oficiales leales y capaces que habían formado el Partido Nacional al que hacía mención Waddell y que según él habían librado a Su Santidad de las maquinaciones del regente y de los amban. El miembro más destacado de esta plataforma fue sin duda el Lonchen Shatra, Paljor Dorje. Inteligente, sofisticado, meticuloso, «con diferencia el diplomático mejor formado», según aseguraba Sir Henry MacMahon. En un principio los británicos le trataron con gran desconfianza. Según Shakabpa, pensaban que iba a sueldo de Rusia. Por otro lado, por su admiración por las milicias británicas y su poderío económico, se decía en la Asamblea Nacional que se había vendido a los europeos. Aunque sus compañeros de gabinete, Zholgang, Chankyim y Horkhang le apoyaban fielmente, las alegaciones llegaron a la Asamblea Nacional de forma menos amistosa por parte del oráculo de Nechung, causando que los cuatro ministros fueran detenidos en Norbulingka.

Posteriormente, no sólo se puso en libertad a estos funcionarios sino que el Dalai Lama pidió tenerlos a su lado en su vuelo a Darjeeling. En esta estación británica, Lonchen Zholgang acometió y completó una Historia del Tíbet, aunque desgraciadamente el manuscrito original se perdió. No fue el único escrito que salió de la corte del Dalai Lama durante su estancia en Darjeeling. Se podría especular que esta modesta inspiración literaria pudiera haber sido inspirada, incluso sólo en parte, por el Renacimiento de Bengala. Después de todo, Darjeeling era la capital del gobierno del estado de Bengala durante los meses de verano. El Secretario Jefe de Su Santidad, Shelkar Lingpa, escribió el poema de cuarenta y seis versos, «Una canción de recuerdos de Lhasa», que incluso hoy es leído con admiración y placer por muchos tibetanos. Gungthang Katsap, un delegado del ministro Tenzin Wangpo, escribió un repaso biográfico de los Dalai Lamas, que posteriormente Sarat Chandra Das incorporó a su Introducción a la Gramática del Idioma Tibetano. El propio Dalai Lama y su médico personal, Ngoshi Jampa Thupwang, parecieron estudiar la situación de la sanidad pública en Darjeeling, ya que después del retorno del Decimotercero a Lhasa, Bell nos relata que «el gobierno tibetano ha establecido un mercado de carne en Lhasa en la que la carne se vende bajo mayores condiciones sanitarias». De más relevancia es el establecimiento del nuevo Mentzi Khang, el Centro Escuela Médica y Astrológica, y la creación del Chipa Nyerchoe, un programa que proporcionaba atención sanitaria a todos los niños tibetanos, especialmente a los recién nacidos. Ngoshi fue nombrado médico jefe y administrador de Mentzikhang bajo el título de khenchen, y Khenrab Norbu como su asistente como khenchug, o abad asistente.

Otro oficial de Su Santidad en Darjeeling, Tashi Wangdi, que previamente había trabajado a servicio de los amban, contribuyó con un útil diccionario-léxico en tibetano, inglés, chino e hindi, que mostraba sobre todo nuevas palabras políticas, técnicas y de ciencias naturales. El libro se había publicado un año antes en la Imprenta de la Misión Baptista de Calcuta, y sin lugar a dudas fue muy útil a Su Santidad y su gabinete, que querían saber más y más sobre el nuevo mundo al que habían sido obligados a entrar.

Otras personalidades nacionalistas tibetanas reconocidas son Tsarong Dasang Damdul, Jampa Tendar (más adelante Kalon Lama), Trimon y otros son bien conocidos por los tibetólogos.

Pero una de las personalidades más importantes de este período, alguien que bien podría considerarse fundamental en el surgimiento de la reforma y el despertar nacionalista en el ámbito del Dalai Lama, es también alguien muy injustamente olvidado.

Agvan Dorjiev

El papel del Buriat Lama, Agvan Dorjiev, en la historia tibetana moderna nunca ha sido lo suficientemente reconocida, en parte debido a los informes británicos, que invariablemente le retrataban como siniestro espía ruso. Llegó a Lhasa en 1873 para estudiar en el monasterio de Drepung, donde alcanzó el título de Geshe (maestro budista). Dorjiev, cuyo nombre tibetano era Ngawang Lobsang, debió de haber sido un erudito extraordinariamente dotado, ya que se convirtió en uno de los siete tsenshabs, compañeros de debate filosófico del Dalai Lama. En 1888 se convirtió en tutor y confidente del Decimotercero y durante diez años le sirvió como inseparable ayudante. Su Santidad le consideraba y mantenía como «auténtico guardián y protector».

El joven Dalai Lama podía no tener prácticamente ningún conocimiento sobre el mundo exterior o el funcionamiento de la política internacional, pero su tutor, según su biógrafo John Snelling, «era un hombre mucho más de mundo; relativamente bien educado, había viajado mucho por Asia Central, y era alguien que destacaba por ser inteligente, perspicaz, cariñoso, y también de carácter». Un testigo europeo que le conoció en aquellos años aseguró que su «ciencia, su energía y, por encima de todo, la vivacidad de su mente le predestinaban a convertirse en un gran estadista o un gran aventurero». Era alguien «moderno, de mente abierta» gracias a sus muchos viajes. Visitó San Petersburgo como enviado del Dalai Lama, además de París, Londres, y las principales ciudades de la India y China. Se encontraba entre los muchos políticos de la época que no sólo se enfrentaban a la oposición del lobby ultraconservador de Lhasa, sino también a la hostilidad de los británicos. Actualmente esto es entendido como que no se trataba de un espía extranjero, sino de un patriota y luchador incansable por conseguir que Mongolia y Tíbet fuesen reconocidas como naciones independientes de China. Cabe señalar en este punto que Dorjiev fue uno de los principales autores del Tratado Tíbet – Mongolia que se firmó el 29 de diciembre de 1912. El principal objetivo de este tratado era demostrar la independencia total de Tíbet y Mongolia y declarar su rechazo tanto al mandato manchú como a sus lazos políticos con China.

No es momento para debatir detalladamente sobre su enigmática personalidad, pero cabe también decir que su papel fue decisivo a la hora de dar forma a la visión independiente y progresista del joven Dalai Lama, y por tanto, de dar forma a la historia tibetana moderna. John Snelling menciona que durante una charla con el eminente historiador Alastair Lamb, le dijo que «si Dorjiev no hubiese aparecido cuando lo hizo, el curso de la historia tibetana bien pudo haber sido muy diferente».

Dorje Gyalpo, primer rey de los tres que conformaron la Dinastía Phagmodrupa

Finalmente, no podemos dejar al margen la posibilidad de que el espíritu nacionalista tibetano surgiese de su propio pasado. Por ejemplo, el primer rey Phagmodrupa, tras arrebatar el poder que los mongoles mantenían sobre el Tíbet (diez años antes de que los chinos acabasen con la dinastía mongola Yuan) intentó crear una nueva identidad nacional no vinculada a Mongolia, recreando los comienzos del período imperial tibetano. El duro código penal mongol fue rechazado y se recuperaron leyes del período imperial. El Phagmodrupa recuperó los trajes tradicionales y durante las celebraciones del Losar (el Año Nuevo tibetano) los altos oficiales vestían trajes de los antiguos reyes. El segundo Phagmodrupa patrocinó el festival Monlam de Lama Tsongkhapa en Lhasa, convirtiéndose en el festival más grande del calendario tibetano y atrayendo peregrinos de todo el país y de incluso fuera de sus fronteras. Aunque el Monlam es un festival eminentemente religioso, también tiene mucho de histórico y militar, aspectos representados en grandes y coloridos concursos y desfiles que servían para inculcar a los tibetanos el orgullo por su historia e identidad.

Esperamos que este ensayo anime a estudiosos y expertos a acometer un estudio más exaustivo sobre este importante y fascinante período de la historia tibetana que durante tantos años ha permanecido tanto poco conocido como malinterpretado.

Jamyang Norbu


Parte 4: Declaración de Independencia de 1913
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En 2013 se celebró el Centenario de la Declaración de Independencia del Tíbet. Aquí tienes el documento íntegro, primero en tibetano, y en castellano a continuación:

13th_dalai_lama_thubten_gyatso
Su Santidad el Decimotercer Dalai Lama

༄བོད་རྒྱལ་ལོ་ ༢༠༤༠ རབ་བྱུང་བཅོ་ལྔ་པའི་ཆུ་གླང་ཟླ་ ༡ ཚེས་ ༨ ཉིན་༸རྒྱལ་མཆོག་བཀའ་དྲིན་ཟླ་མེད་སྐུ་ཕྲེང་བཅུ་གསུམ་པ་ཆེན་པོ་མཆོག་ནས་སྩལ་བའི་བོད་ཞི་བདེ་རང་དབང་རྒྱལ་ཁབ་ཏུ་གནས་པའི་ཡོངས་ཁྱབ་བཀའ་རྩ་བསྒྲགས་གཏམ་ཆེན་མོ་བཞུགས་སོ་།

༄འཕགས་པའི་ཡུལ་ནས་སངས་རྒྱས་ཀྱི་བཀའ་ལུང་། ༸རྒྱལ་དབང་འཇིག་རྟེན་གསུམ་མགོན་དུས་ཀུན་ས་སྟེང་༸རྒྱལ་བསྟན་ཡོངས་རྫོགས་ཀྱི་བདག་པོ་ཐམས་ཅད་མཁྱེན་པ་རྡོ་རྗེ་འཆང་རྒྱ་མཚོའི་བླ་མར་འབོད་པའི་གཏམ་། བསིལ་ལྡན་རྭ་བ་དཀར་པོས་ཁོར་ཡུག་ཏུ་བསྐོར་བའི་སྨན་ལྗོངས་ཆེན་པོ་འདིའི་ཁོངས་སུ་གཏོགས་པའི་སྐྱེ་བོ་སེར་སྐྱ་དྲག་ཞན་བར་པ་བཅས་དང་། བྱ་བ་ཞི་དྲག་གི་སྣེ་མོར་མངགས་སླེབས་མཐའ་དག་ལ་བཟློ་བ་།

འཕགས་པའི་ཡུལ་ནས་བདག་ཅག་གི་སྟོན་པ་ཐུགས་རྗེ་ཅན་འདིས་ཇི་ལྟར་ལུང་དུ་བསྟན་པ་ལྟར་བསིལ་ལྡན་ས་ལའི་སྨན་ལྗོངས་འདི་བཞིན་འཕགས་མཆོག་འཇིག་རྟེན་དབང་ཕྱུག་གི་སྒྱུ་འཕྲུལ་ཆོས་༸རྒྱལ་མེས་དབོན་རྣམ་གསུམ་ནས་བཟུངས་ད་ལྟའི་བར་སྐྱེ་ཕྲེང་ཟམ་མི་ཆད་པ་བྱོན་ནས་ལྗོངས་འདི་ཕྱག་མཚན་དུ་བདག་གིར་བཞེས་ཏེ་འགྲོ་བ་རྣམས་གང་ལ་གང་འདུལ་གྱི་ཐབས་དང་། ཐུགས་རྗེ་ཆེན་པོས་རྟག་ཏུ་སྐྱོང་ཞིང་། སྔར་ཇིང་གི་སི་ཁཱང་དང་། ཨལ་ཐན་རྒྱལ་པོ་སོགས་སོག་དུས་དང་། མིང་སོགས་རྒྱ་རྒྱལ་རིམ་བྱོན་། ༸རྒྱལ་མཆོག་ལྔ་པ་ཆེན་པོའི་སྐུ་དུས་ནས་མན་ཇུ་༸གོང་མ་དང་མཆོད་ཡོན་དུ་འབྲེལ་ཏེ་ཕན་ཚུན་སྐྱོང་རེས་ཀྱི་གནས་བཅས་དེ་ལྟར་ཡང་། བར་ལམ་ཟི་ཁྲོན་དང་། ཡུན་ནན་གྱི་རྒྱ་རིགས་ལས་བྱེད་འགའ་ཞིག་ནས་བོད་ས་ཟ་སེམས་ཀྱིས་དབང་ཤུགས་བརྡབས་མནར་ཚོད་མེད་བྱས་པས་མ་ཚད་།ཆིངས་གསལ་ཚོང་རྭ་ཁག་གི་ཁྲིམས་སྲུང་ཡིན་ཚུལ་རྒྱ་དམག་ཁྱོན་ཆེ་རྒྱལ་ས་ལྷ་ལྡན་དུ་ལྷགས་འབྱོར་བྱུང་བ་བཅས་ལ་བརྟེན་རྒྱ་བོད་མཆོད་ཡོན་གྱི་འབྲེལ་བ་ཙམ་ལས་། གཅིག་འོག་ཏུ་གཅིག་མེད་པའི་གནས་ལུགས་ཡོང་རྐྱེན་གསལ་བཤད་བྱེད་པར་ངོས་རྒྱལ་བློན་རྣམས་ས་མཚམས་སུ་བསྐྱོད་དེ་པི་ཅིང་རང་ལ་ལྕགས་སྐུད་ཐོག་ནས་བཀའ་མོལ་ཞུ་རྩིས་དི་ལྟར་ཡང་། ངོས་ཐོན་པའི་རྗེས་སུ་གསོད་བཟུང་གང་ཐུབ་བྱེད་པར་གོ་མཚོན་ལྟན་པའི་རྒྱ་དམག་གཅིག་རྒྱབ་གཉིས་སྣོན་དུ་བཏང་རྐྱེན་རེ་ཞིག་རང་ས་བརྒལ་ཏེ་མི་འགྲོ་མཐུ་མེད་བྱུང་བ་དང་། རྒྱ་གར་དུ་འབྱོར་མཚམས་རྒྱ་ཕྱོགས་སུ་ལྕགས་འཕྲིན་ཐོག་ནས་གནས་ལུགས་སྔ་རྗེས་ཇི་ལྟར་ཞུས་ཀྱང་གནད་ཡོད་བློན་ཆེན་འགའ་ཤས་རྒྱུ་རྔན་གྱི་རྗེས་སུ་འབྲངས་ཏེ་འདི་བྱེད་གནས་ལན་སྣེ་གཅིག་མེད་མུར་། ལས་འབྲས་མི་བསླུ་བའི་མཐུ་ལས་མན་ཇུ་༸གོང་མའི་ཆབ་སྲིད་མི་བརྟན་པའི་དུས་འགྱུར་མི་བཟད་པ་བྱུང་ཐོག་། བོད་རིགས་སྐྱེ་བོ་མཆོག་དམན་ཚང་མས་ཀྱང་རང་ནུས་གང་ཤར་གྱིས་རྒྱ་དམག་དང་འཐབ་འཛིངས་མུ་མཐུད་བྱས་པ་བཅས་ལ་བརྟེན་དབུས་གཙང་ཁུལ་དུ་ཡོད་པའི་རྒྱ་དམག་ཚང་མ་མཐར་བསྐྲོད་བཏང་ཟིན་ཏེ་།

ངོས་ཀྱང་རང་གི་སྐྱོང་ཡུལ་ཆོས་ལྡན་གྱི་ཞིང་དུ་བདེ་འབྱོར་ཐོག་། ཁམས་ཕྱོགས་ཡོད་པའི་འཕྲོས་ལྷག་རྣམས་ཀྱང་རིམ་བཞིན་མཐར་སྐྲོད་གཏོང་རྒྱུ་བཅས་།ད་ཆ་བོད་ཡུལ་འདི་བཞིན་རྒྱ་ཕྱོགས་ནས་མཆོད་ཡོན་ཁ་ལ་འཁྱེར་ཏེ་དོན་དམ་བྲན་གཡོག་ཏུ་བཀོལ་རྒྱུའི་བསམ་སྦྱོར་ངན་གཤོམ་དེ་དག་བྱེ་མའི་ཆངས་བུའམ་། ནམ་མཁའི་འཇའ་ཚོན་ལྟར་ཅིག་ཅར་དུ་ཞི་ནས་འགྲོ་རྣམས་ཆོས་དང་། འབྱོར་པས་བདེ་སྐྱིད་རྫོགས་ལྡན་གསར་པའི་དགའ་སྟོན་ཉམས་སུ་མྱོང་བའི་སྐལ་བཟང་ཐོབ་པ་འདི་ནས་བཟུངས་། ཁྱེད་རང་གོང་འཁོད་སེར་སྐྱ་དྲག་ཞན་ཚང་མས་ཉམས་སུ་ལེན་རྒྱུའི་དོན་ཚན་དང་པོར་།

འཇིག་རྟེན་གྱི་ཁམས་འདིར་ཕན་བདེ་མ་ལུས་པ་གང་ལས་བྱུང་བའི་གཞི་རྩ་༸རྒྱལ་བའི་བསྟན་པ་རིན་པོ་ཆེ་འདི་ཉིད་རྙེད་དང་བཀུར་སྟིར་བཅས་ཏེ་ཡུན་དུ་གནས་པ་ལ་རག་ལས་པས་ན་། ལྷ་ལྡན་ར་ས་འཕྲུལ་སྣང་དང་། རྒྱས་བཏབ་ར་མོ་ཆེ་། ཁྲ་བསམ་སོགས་གནས་ཆེན་ཁག་དང་། གདན་ས་གསུམ་སོགས་རིས་མེད་དགེ་འདུན་གྱི་སྡེ་མཆིས་སོ་ཅོག་ཚང་མའི་མཆོད་རྒྱུན་དང་ འཛིན་སྤྲས་ལ་དོ་དམ་ལྷོད་མེད་དགོས་རྒྱུ་།

དོན་ཚན་གཉིས་པ་། རིས་མེད་དགོན་སྡེ་ཁག་གི་མཁན་སློབ་དགེ་འདུན་རྣམས་ནས་རང་ལུགས་མདོ་སྔགས་གསར་རྙིང་གི་དམ་པའི་ཕྱག་བཞེས་གཙང་མ་རྣམས་མི་ཉམས་གོང་འཕེལ་དང་། ཉམས་པ་གསོར་འཆུད་ཐོག་། ཆོ་ག་འཆད་ཉན་། ཐོས་བསམ་སྒོམ་གསུམ་ལ་བརྩོན་ཞིང་། ཁས་བླངས་པའི་བཅའ་ཁྲིམས་སོགས་སྲུང་བརྩི་གང་ཆེ་དགོས་རྒྱུ་།

དོན་ཚན་གསུམ་པ་། སྣེ་མོ་ལས་འཛིན་པ་མཆིས་སོ་ཅོག་ནས་ཁྲལ་བསྡུ་ཁྲིམས་གནོན་གྱི་བྱེད་སྒོ་ཅི་མཆིས་དྲང་པོས་གཞུང་བསྲང་གིས་གཞུང་འབངས་གཉིས་སྨན་ཐབས་ཚུལ་ལྷོད་མེད་དགོས་རྒྱུ་ལས་། མངའ་རིས་བསྐོར་གསུམ་དང་། མདོ་སྨད་ཕྱོགས་སོགས་འདི་ནས་ས་ཐག་གིས་བསྐལ་བ་རྣམས་ལ་ལས་བྱེད་བསམ་མེད་རེ་ཟུང་ནས་འབམ་ཚོང་སྤུས་བསྒྱུར་དང་། དཔྱད་མཚམས་ལས་བརྒལ་བའི་རྟ་ཁལ་མི་གསུམ་གྲངས་མེད་བསྐུལ་འདེད་སོགས་ཆབ་འབངས་ཆགས་ཐབས་བྲལ་བའི་བརྡབས་མནར་དང་། ལེ་ཐོགས་ཕྲན་བུར་སྙད་དེ་ས་ཁང་གཞུང་ལེན་དང་། དབང་པོ་ཡན་ལག་གཅོད་འབྲེག་སོགས་འདི་ཕྱི་ལས་འབྲས་དང་། གཏམ་དོན་གང་ལའང་མི་བཏུབ་བའི་བྱ་ངན་འདི་རིགས་མིང་ཙམ་མེད་པ་དགོས་རྒྱུ་།

དོན་ཚན་བཞི་པ་། བོད་འདི་རྒྱལ་ཁབ་གཞན་དག་ལྟ་བུའི་སྟོབས་འབྱོར་འཕྲུལ་ཆས་དང་མི་ལྡན་རུང་། ཆོས་མཐུན་ཞི་བདེར་གནས་པའི་རྒྱལ་ཁབ་རང་དབང་དང་ལྡན་པ་ཞིག་ཡིན་སྟབས་། དེང་དུས་ཞི་དྲག་གི་ལས་དོན་གང་ཅིར་དོ་དམ་ཆེ་བསྐྱེད་ཀྱིས་རང་ས་བརྟན་སྲུང་ཐུབ་པའི་དྲག་པོའི་འདུ་འགོད་རྒྱ་ཆེ་གནང་མུས་ཡིན་ན་། འཕྲལ་སྒང་དམག་འཁྲི་དང་། ཁམས་ཕྱོགས་ལམ་འཁེལ་ཁག་ལ་དཀའ་ཚེགས་ཕྲན་བུ་ཡོང་བ་གཞིར་བཅས་གཤིས་། རྒྱ་ནག་ནས་མ་དག་བདག་བཟུང་སྔ་ཕྱིར་བྱུང་བའི་རྒྱུ་མཚན་སྔོན་བྱུང་ལ་བསམ་ཞིབ་ཀྱིས་ཚང་མས་མ་སྐུལ་དང་བླངས་ཐོག་རང་ས་རང་སྐྱོང་དང་། རང་སྡེ་རང་སྲུང་བྱེད་རྒྱུའི་ཐབས་ཚུལ་ལ་ཚང་མས་ལྷག་བསམ་ཁུར་ལེན་ཆེ་བསྐྱེད་དགོས་རྒྱུ་མ་ཟད་། སྟོད་སྨད་ལྷོ་བྱང་གི་ས་མཚམས་ཁག་ལ་སོ་སྲུང་ལྷོད་མེད་ཀྱིས་ཕྱི་མིའི་སོ་མྱུལ་ནང་ལྷགས་མི་འབྱུང་བའི་དམ་པོས་དམ་བཅིངས་དང་། གལ་ཏེ་དྭོགས་གླེང་ཕྲ་མོ་ཙམ་བྱུང་རུང་འཕྲལ་འཕྲལ་རྫོང་གཞིས་རྟ་ཤད་བརྒྱུད་ནམ་ཉིན་ཤད་རྩོལ་གྱིས་རྒྱལ་ཁབ་ཏུ་༸སྙན་སེང་དགོས་རྒྱུ་ལས་། རང་བཞིན་ལྷོད་ཡངས་དང་། ཡང་། དོན་མེད་རྒྱུ་ཆུང་རྐྱེན་ཆེའི་དཀྲོག་རྐྱེན་ཆེད་བཟོའི་རིགས་ནམ་ཡང་མི་ཆོག་།

དོན་ཚན་ལྔ་པ་། བོད་འདི་མི་འབོར་ཉུང་ཞིང་། ས་སྟོང་བེད་མེད་ཤིན་ཏུ་མང་པོ་ཡོད་རུང་། འབད་རྩོལ་ཅན་འགའ་ཤས་ནས་ཕྲུ་གདུལ་བྱེད་བློ་ཤར་ཡང་། སྣེ་མོ་བ་ནས་བཟའ་འདོད་སྙད་འཚོལ་དང་། ས་བདག་རྣམས་ནས་རང་རང་གིས་ཕྲུ་གདུལ་ལག་ལེན་གང་ཡང་བྱེད་མི་ཐུབ་པར་། གཞན་གྱིས་བྱེད་པར་མི་བཟོད་པའི་ཕྲག་དོག་གིས་རྒྱུ་མཚན་ཅི་རིགས་སྒོ་ནས་ཡུལ་ལུང་ཡར་རྒྱས་ཀྱི་གཞི་རྩ་གཏན་བརླག་གཏོང་སྲོལ་འདི་དག་རང་གཞན་གཉིས་མེད་ཀྱི་རྒྱུ་ལས་དགེ་མཚན་གང་ཡང་མ་མཆིས་པས་། ད་ནས་བཟུང་སྤྱི་ས་རི་ཀླུང་བེད་མེད་སྟོང་ལུས་ཇི་ཡོད་ལ་ཁྱིམ་པ་ཉམས་ཅན་རྩོལ་ལྡན་དག་ནས་ས་ཞིང་འདུལ་བ་དང་། སྦྱར་ལྕང་སྐྱེ་འཚེར་ཡན་གྱི་ཕན་བདེ་སྤེལ་བའི་འདེབས་འཁོལ་གང་ཐུབ་བྱེད་པར་གཞུང་སྒེར་ཆོས་བཅས་སུས་ཀྱང་བཀག་འགོག་ནམ་ཡང་མི་ཆོག་ཅིང་། དེ་དག་དགེ་བེད་ལོ་གསུམ་ཁྲལ་མེད་དུ་སྤྱད་རྗེས་རྒྱ་ཁྱོན་དང་། དགེ་བེད་ལ་གཞིགས་པས་གཞུང་དང་། ས་བདག་གི་ཁྲལ་བོགས་གཉིས་ལོ་འགེལ་འོས་ཐོག་། འཛིན་བདག་གཏན་འཇགས་སུ་སྤྲད་པས་གཞུང་འབངས་གཉིས་སླེབས་ཡོང་བ་བྱེད་རྒྱུ་བཅས་གོང་དུ་ཇི་ལྟར་སྨྲོས་པ་བཞིན་ཚང་མས་ཉམས་སུ་བླངས་ན་གཞུང་སའི་བཀའ་དྲིན་གསོ་བའི་ཞབས་འདེགས་སུ་འགྱུར་ཞིང་།

རང་གཞན་ཡུལ་གྲུ་ཀུན་དུ་བདེ་སྐྱིད་ཀྱི་དགེ་མཚན་རླབས་པོ་ཆེ་ངམ་ངམ་ཤུགས་ཀྱིས་འཕེལ་ངེས་པས་། ཁེ་ཉེན་ལ་བསམ་ཞིབ་ཀྱིས་ལྷ་ཆོས་དང་། མི་ཆོས་ཀྱི་བླང་དོར་ཕྱིན་ཅི་མ་ལོག་པ་དང་ལེན་རྒྱུན་འཁྱོངས་དགོས་རྒྱུའི་རྩ་ཚིག་འདི་བཞིན་མངའ་ཁུལ་ཚང་མར་མ་གོ་མ་ཐོས་མེད་པའི་དྲིལ་བསྒྲགས་ཐོག་འདྲ་རེ་འདུ་གནས་ཆེ་སའི་ས་གནས་སུ་སྦྱར་འགྲེམས་དང་། ངོ་མ་རྫོང་གཞིས་སྤྲོད་ཁོངས་ཡིག་རིགས་དཀར་ཆག་ཏུ་བཀོད་ངོས་། ལས་བྱེད་རིམ་འབྱོར་ནས་རྩ་འཛིན་མཇུག་གནོན་རྒྱུན་འཁྱོངས་ཚུལ་བཞིན་སྤྱོད་པ་གྱིས་། ཞེས་གོ་བར་བྱ་བའི་ཡི་གེ་ཆུ་མོ་གླང་ལོའི་ཆོ་འཕྲུལ་ཟླ་བའི་གྲལ་ཚེས་ ༨ དགེ་བར་གྲུ་འཛིན་གཉིས་པའི་གཞལ་མེད་ཁང་ཕོ་བྲང་ཆེན་པོ་པོ་ཏཱ་ལ་ནས་བྲིས་།

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Proclamación emitida por Su Santidad el Decimotercer Dalai Lama
Octavo día del primer mes del año del Búfalo de Agua (1913)

Yo, el Dalai Lama, más omnisciente posesor de la fe budista, cuyo título fue conferido por orden del Señor Buda desde la gloriosa tierra de la India, os habla como sigue:

Hablo a todas las clases del pueblo tibetano. El Señor Buda, desde el glorioso país de la India, profetizó que las reencarnaciones de Avalokiteshvara, por medio de sucesivos gobernantes desde los primeros reyes religiosos hasta el día presente, velarían por el bienestar del Tíbet.

Durante los tiempos de Genghis Khan y Altan Khan de los mongoles, la dinastía Ming de los chinos, y la dinastía Ching de los manchús, Tibet y China cooperaron basándose en una relación de benefactor y sacerdote. Hace pocos años, las autoridades chinas en Sichuan y Yunnan se dispusieron colonizar nuestro territorio. Trajeron gran numero de tropas a Tíbet Central con el pretexto de regular los mercados. Yo, por lo tanto, salí de Lhasa con mis ministros y me dirigí a la frontera indotibetana, esperando poder aclarar al Emperador manchú por medio del telégrafo que la existente relación entre Tibet y China, de patrón y pastor, nunca había estado basada en la subordinación la una de la otra. No tuve más elección que cruzar la frontera, dado que las tropas chinas continuaban en su empeño de capturarme, vivo o muerto.

A mi llegada a la India, despaché sendos telegramas al Emperador; pero su respuesta a mis demandas fue retrasada por oficiales corruptos en Pekín. Mientras tanto, el Imperio Manchú se derrumbó. Los tibetanos fueron animados a expulsar a los chinos de Tíbet Central. Yo mismo también regresé de forma segura a mi legítimo y sagrado país, y me encuentro ahora en proceso de conducir a las tropas chinas restantes fuera de DoKham, en Tíbet Oriental. Ahora, la intención china de colonizar Tíbet bajo la relación de patrón y pastor se ha desvanecido como un arco iris en el cielo. Habiéndonos logrado una vez más un período de felicidad y paz, os he asignado ahora a todos las siguientes labores, para que sean llevadas a cabo sin negligencia:

1. La paz y la felicidad de este mundo pueden ser mantenidas únicamente preservando la fe del budismo. Es, por tanto, esencial preservar todas las instituciones budistas del Tíbet, como el templo del Jokhang y el Ramoche de Lhasa, Samye y Traduk en el Sur, los tres grandes monasterios, etc.

2. Las diversas sectas budistas del Tíbet deberán preservarse de forma distintiva y pura. El budismo debería ser enseñado, aprendido y meditado con corrección. Excepto para personas especiales, los administradores de los monasterios tienen prohibido mercadear, prestar dinero, involucrarse en cuestiones de ganado y/o subyugar los asuntos de los demás.

3. Los oficiales civiles y militares del gobierno tibetano, a la hora de recaudar impuestos o tratar con los ciudadanos, deberán llevar a cabo sus deberes con juicio justo y honesto para beneficiar al gobierno sin dañar los intereses de dichos ciudadanos. Algunos de los funcionarios del gobierno destacados en Ngara Korsum (Tibet Occidental) y Do Kham (Tíbet Oriental) están coaccionando a sus ciudadanos para adquirir bienes comerciales a altos precios y han impuesto tasas de transporte que superan el límite permitido por el gobierno. Viviendas, propiedades y tierras propiedad de estos ciudadanos han sido confiscadas poniendo pequeñas violaciones de la ley. Más aún, se han amputado miembros a ciudadanos como forma de castigo. De ahora en adelante, dichos castigos están prohibidos.

4. Tibet es un país de ricos recursos naturales; pero no está tan avanzado científicamente como otras tierras. Somos una nación pequeña, religiosa e independiente. Para ponernos a la altura del resto del mundo, debemos defender nuestro país. Vistas las pasadas invasiones por parte de extranjeros, nuestro pueblo podría tener que enfrentarse a dificultades, que deben ignorarse. Para salvaguardar y mantener la independencia de nuestro país, todos y cada uno deberían trabajar duro de forma voluntaria. Nuestros ciudadanos residentes cerca de las fronteras deberán estar alerta y mantener al gobierno informado por medio de mensajería especial de cualquier desarrollo sospechoso. Nuestros ciudadanos no deben crear enfrentamientos mayores entre dos naciones a causa de incidentes menores.

5. Tibet, aunque poco poblado, es un país extenso. Algunos funcionarios locales y terratenientes están obstaculizando, por envidia, que otras personas se establezcan en tierras públicas, incluso cuando ellos no las ocupan. Las personas con semejantes intenciones son enemigos del Estado y de nuestro progreso. De ahora en adelante, no se permitirá que nadie obstaculice la intención de ninguna otra persona a cultivar cualesquiera tierras que se encuentren disponibles. No se recaudarán impuestos por el terreno hasta pasados tres años; tras ese plazo, el cultivador deberá pagar impuestos al gobierno y al propietario cada año en proporción a su renta. La tierra será propiedad del cultivador.

Vuestros deberes para con el gobierno y el pueblo habrán sido cumplidos cuando se haya llevado a cabo todo lo dicho por mí aquí. Esta carta deberá ser mostrada públicamente y proclamada en cada distrito del Tíbet, y deberá conservarse una copia en los registros de las oficinas de cada distrito.

Desde el Palacio de Potala,

Sello de SS el Dalai Lama

Un comentario

  1. Que Grandioso es poder leer las sabias y prometedoras palabras de Su Santidad el Dalai Lama!

    Espero que un dia de estos, el gobierno chino se retracte su su comportamiento para con el pueblo Tibetano… Pronto llegara el momento en que logen la tan merecida libertad!

    ¡Libertad Para el Tíbet!

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